lunes, 3 de noviembre de 2008

Bicicleta, el pasado que se empeña en ser futuro

Cuando en los años 60 la bicicleta perdió en Europa su papel como medio de transporte, relegada por el empuje de la industria automovilística a ser un mero utensilio deportivo, nadie se imaginaba que al cabo del tiempo fuera a comenzar a ser considerada de nuevo como un medio de transporte más. Pero aún menos personas se hubieran podido imaginar que al inicio del siglo XXI las bicicletas fueran a tener el protagonismo que tienen ahora y que va creciendo.
Ese siglo XXI tan futurista, en el que se pensaba no hace tanto que íbamos a ir todos vestidos con trajes de colores plateados y en el que los automóviles iban a ir por el aire, vehículos que iban a ser casi tan inteligentes como puede llegar a serlo el ser humano, pero que en realidad han demostrado ser tan estúpidos y peligrosos como un mono con una pistola.

En este siglo XXI las bicicletas van a ser parte importante del futuro para los desplazamientos urbanos cotidianos. La bicicleta, algo que ya se consideraba pasado, sin embargo emerge tozudamente como una de las mejores alternativas para moverse por la ciudad. ¿Alternativa? No, si estamos hablando del pasado no deberíamos hablar de alternativa, pues ya fue una realidad. Digamos… resurrección.

Las bicicletas han vuelto para quedarse. El sueño perfecto del vehículo motorizado particular como medio de transporte urbano masivo ha durado relativamente poco en la historia, aunque a algunos nos ha acompañado por desgracia en toda nuestra existencia, dejando a su paso muertes, contaminación, ruido y tantas otras cosas.

El automóvil no es adecuado para la ciudad, por mucho que se empeñen a hacérnoslo creer los publicistas pagados suculentamente por las compañías automovilísticas. El coche es la antítesis a la sostenibilidad urbana. Una ciudad necesita espacios libres para la estancia, silencio para hablar con los semejantes, aire limpio al ser el lugar en el que pasamos la mayor parte de nuestra vida… y todo eso no sólo no lo da el coche particular, sino que se lo roba impunemente a todos para un mal entendido placer de unos pocos.

Y durante mucho tiempo lo hemos permitido. No se sabe muy bien cómo, pero lo hemos permitido. Ahora ya no. Hemos dicho BASTA y hemos decidido devolvernos la ciudad a nosotros mismos. Por eso hemos comenzado a utilizar la bicicleta, cada vez más personas, sin mucho apoyo, sin mucha decisión, pero con el poder del sentido común. Hemos tomado las calles y nos hemos hecho el favor a nosotros y al resto de la ciudadanía de hacer un poco más habitable el lugar en el que vivimos, sin grandes esfuerzos, mejorando nuestro cuerpo, nuestro espíritu y nuestro medio ambiente.

Hemos hecho un auténtico retorno al futuro.

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